Hoy los ciudadanos se quejan de sus ciudades. En verdad, aplicando los valores actuales de nuestra forma de vida, muchas ciudades son incómodas, son sucias y son ruidosas. Por eso, no está demás saber cómo eran las ciudades en las que vivían los habitantes de la Edad Media. En primer lugar, debe mencionarse el hecho de que las calles eran estrechas y, por cierto, estaban mal pavimentadas. En invierno se cubrían de un barro espeso en el que había que hundirse, así fuera en el centro o en los aledaños de la villa. Y, en verano, también eran insoportables, porque el polvo cegaba la vista y dificultaba la respiración.
Ningún ciudadano se interesaba en practicar unas mínimas normas de salubridad. Las dueñas de casa, arrojaban la basura y restos de alimentos en los mismos portales y no tenían reparo alguno en tirar hasta animales muertos en las puertas de sus casas.¡Y no había basureros! En la noches sin luna, era un riesgo caminar por las calles que, por cierto, no estaban alumbradas. Y para dar cierta tranquilidad a los ciudadanos estaba estrictamente prohibido cargar armas y, menos aún, que se efectuaran duelos. El escarmiento era ejemplar, al culpable le aplicaban un castigo verdaderamente feroz e inaudito: le cortaban las manos.
A esta acción la llamaban la paz de la ciudad.
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