Revista Multitemática Virtual

26 abr 2010

El Tenedor

El tenedor llegó a Europa procedente de Constantinópla a principios del siglo XI de la mano de Teodora, hija del emperador de Bizancio Constantino Ducas. Lo llevó a Venecia al contraer matrimonio con Domenico Selvo, Dux de aquella Republica. Pero Teodora era tachada por sus contemporáneos, por esta y otras refinadas maneras orientales, como escandalosa y reprobable.

Los defensores del tenedor intentaron varias veces introducirlo en Francia sin exito. En la Edad Media Catalina de Bulgaria quiso hacerlo popular en la corte pero los franceses la consideraron cursi y licenciosa. Más tarde fué Carlos V de Francia, que lo conoció en Venecia tras una vuelta de un viaje a Polonia. Pero esta vez el fracaso tuvo motivos puramente sexuales: el rey y sus inseparables amigos tenian fama de homosexuales y el tenedor volvió a perder la batalla al ser considerado como un objeto caprichoso propio de personas un tanto equívocas.

La realiad es que el rechazo que tuvo el tenedor durante siglos obedecía más a una falta de habilidad de los comensales que a una posible falta de utilidad. Un autor contaba como los comensales se causaban heridas con ellos, pinchandose con sus afiladas púas los labios, las encias y la lengua.

Ya en el siglo XVII el viajero ingles Thomas Coyat cuenta lo generalizado que estaba el tenedor en Italia. En España encontramos referencias en el siglo XIV como un instrumento que usaban los maestros trinchadores, y el marqués de Villena, en un tratado de 1423 titulado Arte Cisoria, incluye un utenslio cuya descripción corresponde a un tenedor de tres puntas. El uso del tenedor se generalizó en España en el siglo XIX y en concreto fué Barcelona donde se creó la primer industria en la fabricación de estos indispensables, en la actualidad utensilios.

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