por Zerofootprint
Está claro que tenemos un problema.
Estamos vertiendo gases de efecto invernadero a la atmósfera con consecuencias potencialmente devastadoras.
En reskinning los Docks en Seine, un almacén de 1907 en París, Francia, los arquitectos Jakob + MacFarlane agregó un cuarto nivel y el sistema de circulación externa durante la actualización de la caja del edificio existente. Los científicos calculan que necesitamos para estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera a no más de 350 partes por millón (ppm) para evitar el calentamiento global fuera de control. Ya estamos en 390 ppm, y añadiendo a esto en aproximadamente 2 ppm al año. En otras palabras, no sólo tenemos que detener el aumento de las emisiones globales de carbono, tenemos que convertir el proceso en todo, y rápido. Tenemos que reducir las emisiones globales de carbono en un 80 por ciento o más.
También es claro que hay mucho que podemos hacer. Cuando nos fijamos en las principales fuentes de emisiones de carbono y donde los esfuerzos están dirigidos actualmente, existe un área en la que apenas hemos arañado la superficie: nuestros edificios.
Cuarenta por ciento del consumo total de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero en los Estados Unidos se puede atribuir a los edificios de explotación - calentarlos, enfriarlos, la iluminación y su distribución de agua caliente. Las emisiones son más intensas en las ciudades. Los edificios son responsables de casi el 80 por ciento de la huella de carbono de Nueva York. Para Hong Kong, la cifra es más del 70 por ciento, y Londres, el 52 por ciento. Para poner esto en perspectiva, todo terrenos sólo representan el 3 por ciento de las emisiones en América del Norte.
Si hemos de afrontar con éxito el calentamiento global, está claro que tenemos que hacer algo acerca de la huella de carbono de nuestros edificios. Más del 90 por ciento de los edificios en la mayoría de las ciudades son viejos, y la mayoría de ellos seguirá existiendo en 2050. Este es el envejecimiento, la población residencial y de oficinas de energía ineficientes que tenemos que abordar.
Así que la mala noticia es que tenemos que renovar ciudades enteras. La buena noticia es que si lo hacemos, ganaremos mucho más que los beneficios del cambio climático.
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